Como putas por rastrojo

Hoy ha sido de nuevo, un día agotador, con sus grandes momentos y sus bajones brutales. No es que sea ciclotímico, es que este rodaje es tan intenso que un día parece una semana, y da tiempo a todo: a divertirse, a acojonarse, a enfadarse, y a repetirlo todo otra vez. Lo complicado del rodaje no tiene nada que ver con el presupuesto, lo que importa es la relación proporcional entre las intenciones y las posibilidades. Si te sale la pasta por las orejas, y quieres rodar Amor en el parque de los Patos, bien. Si no hay un sólo duro, y quieres hacer la Venganza de los Sith, mal.

Los días son batallas campales, aquí, en Plutón. Matizando, me atrevería a decir que el peor momento ocurre no tanto después de comer, sino después del primer plano de la tarde. Es decir, no inmediatamente después de salir follado del restaurante con el café cayendo por tus mejillas, sino una hora más tarde. Cuando llega la sobremesa uno hace un esfuerzo titánico por no precipitarse en el agujero negro del apalanque abisal. Sin embargo, el peligro viene justo después, cuando uno cree que lo ha superado. Ese es el error, no se puede bajar la guardia un sólo instante. Si te despistas, caes en la trampa. Más tarde, una vez franqueados los límites del dolor, uno se recupera y remonta asombrosamente, rodando siempre el plano más complicado en la última media hora, con la lengua fuera y los calzoncillos en las rodillas.

Cuando hablo de mí hablo de todo el equipo, porque, en realidad, funcionamos como un sólo organismo. Yo soy mi equipo. Yo soy ellos. Hay una maquinaria, un movimiento de vaivén, como si moviésemos un peso gigantesco, un portaaviones, y el asunto consiste en tomar la decisión correcta a la hora de marcar un empuje, un tirón, un movimiento del timón, porque influirá en el enorme bloque de planos y secuencias. Perdonad que me ponga lírico, pero al llevar rodando ya nueve semanas a este ritmo, como puta por rastrojo, puedo establecer teorías e hipótesis interesantes, acerca del negocio. Estoy aprendidendo mucho. Siempre se aprende, sobre todo de los demás, de las partes que forman este organismo, fofo, blando, pero astuto, y con los dientes afilados, a veces.