Un poco de literatura

Adjunto el mítico cartel publicitario de Roswell, el misterioso psicópata extraterrestre. Drogas! Pastillas! Fármacos! grita el Señor Negro desde los comentarios. Es una solución, sí, para aguantar, pero a esta hora de la mañana me levanto siempre con dolor de cabeza por tomar pastillas para dormir y no tener tiempo literal para que hagan efecto. Ayer me acosté a las doce y media y me levanto a las siete, y no da.

Esto es un mensaje a los de Television Española. Con el presupuesto que tenemos, no llegamos. Necesito más gente trabajando y eso cuesta pasta. Soluciones: renegociar. dos: entregar uno al mes, abandonar la serie. Quiero ver cómo se os ponen los pelos de punta. Quiero veros sudar tinta como lo estamos haciendo nosotros. Quiero ver cómo Pedro, leyendo esto, llama rápidamente a Televisión diciendo que no pasa nada, que estoy loco, que es una broma. ¿Qué pretende Alex? Quiero que el miércoles, cuando vengáis a ver el episodio, sepáis que el grupo de gente que os mira, a vuestro alrededor, lleva meses frenéticos de trabajo y semanas sin dormir. Quiero imaginarme la cara de Pedro Costa, mi coproductor, con su sonrisa nerviosa, sabedor que tiene a su lado un gordo inestable que en cualquier momento le va a soltar un puñetazo directo a la mandíbula por haber firmado este presupuesto ridículo.

Pero nada de todo esto es cierto. Los de Televisión Española, que son encantadores, y que no tienen la culpa de nada, verán el episodio tranquilamente, como siempre. Nosotros lo tendremos acabado, perfecto y listo para su visionado. El primero de 26. Nos pondremos contentos, porque realmente, ha quedado estupendo. Pedro no estará nervioso, y yo no le daré un puñetazo, le daré un abrazo, porque en el fondo, tampoco él es culpable. Pedro es un individuo bueno, un trabajador, como todos nosotros. El único culpable de toda esta locura soy yo mismo, por querer siempre repetir plato en las comidas, por preferir lo que han pedido los demás, por no haber madurado lo suficiente, en definitiva.