Trabazón Retrotensa

Ayer rodamos la cena con Drungon para celebrar la partida de las tres mil naves de la tierra. Como en Galáctica, pero sin éxito. Efectivamente, varios lectores de este blog comentan que ésta es una profesión maravillosa. Para mí, obviamente, lo es. Ayer fue un día fantástico, fructifero, emocionante. Me reí con los actores mucho, muchísimo, a carcajadas. Carlos estaba inconmensurable, borracho, con su copita de Schweeppes de manzana. La señorita Bang deliciosa y radiante, Antonio magnífico, como siempre. Tallafé, que perdió los nervios el pobre, porque le repetíamos mucho las cosas, Riky, pluscuamperfecto, siempre en su sitio, siempre impecable, nadie nunca espera por él, siempre sonríe, Sole, encantadora, Bruto, con la cabeza atada a una silla, para que no se le muevan los labios... También fue un día enloquecedor, angustioso y frenético, con mil problemas y decisiones difíciles de tomar, pero desgraciadamente una cosa precisa de la otra para que esto marche. Parece que es necesario que los opuestos se unan para que se produzca el mágico Opus Alchimicum. Trabazón retrotensa, como el arco y la lira, así es la cosa. Creo que es necesario que lo bello vaya entrelazado a lo siniestro para que disfrutemos en plenitud. Uno no se divierte realmente si no se la juega, si los elementos no se mantienen en un precario equilibrio, fácilmente quebradizo. Sin una tormenta, Russel Crowe no es Master ni Commander. Nos reímos y sufrimos mucho, sí, especialmente Pedro, con una careta de gomaespuma que no le permitía ver ni oír, y en la que sólo podía respirar por la boca. Durante horas, bajo los focos, perdía el sentido y estuvo a punto de desmayarse. Ayer, Pedrati y Bárbara hicieron un trabajo espléndido. Gracias. Lo fuerte es que no llegamos ni a rodar las escenas de disparos, chispas y humo. Nos tocan hoy. Ahora.