Demencias

Todavía atontado por el pedazo de Limován que me meto por las noches para poder dormir (te duerme, y no te altera la psique, como el orfidal), os comento que las cosas se complican. Hoy rodamos dos unidades. Domingo rodará los PREVIOS del presidente, en otro plató, y yo seguiré con el rodaje habitual. Mariano, persona exigente, rigurosa y comprometida, no se mostró precisamente proclive a esta circunstancia, por lo que ayer, después del rodaje, nos quedamos los tres ensayando las secuencias que van a rodar hoy. Eso extendió la jornada de trabajo una hora más (unas catorce, con taxis), como un puñal clavado en mi corazón. Lo peor es que luego no duermo, doy vueltas y vueltas a asuntos sin resolver, pero no soy yo, es mi cerebro sólo, que no puede desconectarse. Yo intento manipular los teclados para encontrar una manera de apagarlo, mientrás él sigue funcionando, pero de manera absurda y totalmente descontrolada. A cosa de las seis de la mañana, Claudia, una de mis hijas, se metió en la cama colocándome sus piececitos en la cara, y refunfuñando si los apartaba, asunto que me ha llevado otra hora de forcejeos. Al final me dormí, pero me desperté hace un rato, a las siete, temiendo aplastarla con mi peso desmedido.

Por lo demás, bien.