Hervor Malsano

Miserias. Ayer hizo tanto calor que se me pusieron los sobacos como brasas al rojo. Dicen que hay aire acondicionado que no hace ruido, osea, que por sonido es bueno, pero yo no lo he visto. A la tarde hacía un calor que derretía la goma convirtiéndola en alquitrán. Roswell, el extraterrestre, se enganchaba al subir una rampa, la rampa se rompió y hubo que construir otra, asunto que nos quitó cierto tiempo precioso. Después, a la hora de comer, no les llegaba el segundo plato a los actores, y esa minucia volvió a morderme unos minutos. Tallafé tenía la mano dolorida de pegarle al hombre de la cartera, aunque las malas lenguas decían que era porque se había golpeado contra la pared. Que realmente no le dió puñetazos, sino que le abofeteó señorilmente. ¡El caso es restar valor a su momento épico! Conseguí cumplir, es decir, rodar todo lo que tenía que rodar. Al llegar a casa me dí una ducha y mis sobacos hervían bajo el agua. Agotador, y sólo llevo dos días. Los actores son la hostia, eso sí. Hablaré del asunto de las réplicas mañana, que me tengo que ir. Las malditas réplicas.