
Disculpadme. Sé que antes escribía todos los días. Sé que antes era mucho más gracioso. Ahora llevo chaqueta negra, y hablo con la ministra. Lo sé. Pero os aseguro dos cosas: sigo siendo el mismo. Quiero que esto del cine funcione, para eso me he metido en este berenjenal, y tercera cosa (aunque prometí dos): oh, Dios. Qué bien me lo estoy pasando. En enero rodaré una película. Y qué película. Pensad una cosa: ahora que el abismo se acerca a nuestros morros a una distancia infinitesimal, ahora que sentimos cómo nuestros dientes derrapan sobre el asfalto aguantando el peso de nuestro cuerpo, ahora que Dios es benévolo y me ha dado la oportunidad de pisar con pies descalzos la textura de las nubes que alfombran el cielo, y descubrir el aroma de los ángeles que lo habitan, ahora que siento el poder del martillo de Thor en mis manos, y que sé utilizarlo riéndome a carcajadas, ahora que las palabras de un productor me suenan al píar de los pajarillos en el Retiro, ahora, repito, ahora, voy a rodar una película. Toda esa energía devastadora, toda esa rabia, toda esa ira acumulada se va a verter sobre el celuloide como un escupitajo de Roswell sobre la chapa metálica de la nave. El ácido corrosivo de un alien con mala digestión quemará las perforaciones del negativo, y juro por todos los demonios que voy a disfrutar como nunca antes lo he hecho. El odio orgulloso y la felicidad insobornable generan el espíritu invencible de los héroes, muchachos. Ametrallemos a los cobardes de espíritu. Ha llegado el día de la Ira.
Por cierto, el tebeo de Carlos Vermut es sencillamente acojonante. El próximo día 2 de diciembre, a las 19:30, lo presentamos en la FNAC de Callao. Estáis todos invitados.